tag:blogger.com,1999:blog-379484042024-03-06T23:21:33.347-08:00carlos santiagoVagos e imprecisos pensamientos sobre personas y sitios imaginadoscarlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-68321740949073781592010-06-25T02:44:00.000-07:002010-06-25T02:52:53.785-07:00LA PENITENCIA DE ZACARÍAS DE MOSQUERUELA<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmFXfY1lKnl5c4ejIb9MQq5XMv6Za1IuoOVNUWa0mi13mz-lAXkQs0gs1x13NnWUK42BL0FYn3lWJYRZVteCY1jzdbPo0Wpg6xmytKJEdqtN4SetRovIJNs6JDm7RDsBS25da70g/s1600/sello+.jpg" style="color: black; font-family: inherit;"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmFXfY1lKnl5c4ejIb9MQq5XMv6Za1IuoOVNUWa0mi13mz-lAXkQs0gs1x13NnWUK42BL0FYn3lWJYRZVteCY1jzdbPo0Wpg6xmytKJEdqtN4SetRovIJNs6JDm7RDsBS25da70g/s400/sello+.jpg" /></a><br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmFXfY1lKnl5c4ejIb9MQq5XMv6Za1IuoOVNUWa0mi13mz-lAXkQs0gs1x13NnWUK42BL0FYn3lWJYRZVteCY1jzdbPo0Wpg6xmytKJEdqtN4SetRovIJNs6JDm7RDsBS25da70g/s1600/sello+.jpg" style="color: black; font-family: inherit;"> <br />
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<span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Este relato lo escribí para un concurso que pasó con bastante pena y ninguna gloria. Curiosamente el ganador fue otro fraile medieval de vida más florida. Cosas que pasan. Pero este buen Fraile no merece morir dos veces y ya que el depositario intelectual y albacea soy yo, mi obligación es que su historia no quede en el olvido. Espero que os guste. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><b>1. Por mi culpa</b>. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Para un clérigo, esclavo de atril, pigmento y pincel, que en el camino a la perfección marcado por Nuestro Señor, ha tropezado mil veces, y sobre todo, en la piedra de la masturbación, aquel encargo de Su Eminencia, más que un honor resultó ser una pesadilla. Entendí que el Altísimo en su justicia todopoderosa, no sólo me castigaba por el vicio que vaciaba mis entrañas, sino que enterado o quizás chivado por el mismo diablo, estaba también al corriente de mis dibujos lujuriosos, si así, de manera benevolente se les podía llamar, pues sobrepasaban las escaleras de la lujuria y se internaban en la locura de cabeza. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Cercano el fin de los tiempos, cuando el lodo de la perversión inunda los palacios, los claustros y las cabañas de los campesinos, a nadie ha de extrañar que el Divino y su cohorte de Justos vengan a saldar las cuentas a los hombres. Así pienso, pero mi queja es que llamándome Zacarías, con una zeta bien clara encabezando mi nombre siendo última en orden alfabético me haya tocado ser el primero en lo que a desgracias se refiere. Así fue que el Divino me dispuso un aperitivo servido en forma de delicada carta del Obispo de Segorbe, portada por la pequeña mano, regordeta y sonrosada de mi Prior, el Mío, que se acercó sigiloso al tablero donde laboraba, dejando caer la carta sobre el pergamino que aún tenía las tintas frescas. La carta arrolló la barba de San Mateo, extendiendo la gota de marrón fierro sobre las bellas caligrafías del hermano Gabriel. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Mal agüero, fray Zacarías. No he de recordarte que pisas tierra del Reino de Aragón y es al Obispo de Albarracín a quien te debes y no al impostor de Segorbe que sólo a Valencia mira. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">En aquella guerra soterrada entre obispos, deanes, arcedianos y canónigos, mi humilde persona tenía las de perder y como hijo de la Villa de Mosqueruela estaba en mi ser, por así decir, tener si es preciso, “la mosca detrás de la oreja”. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Mi Prior, el Mío, prosiguió con sus delicados modales: </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Careces de padres y prudencia: ¡Ábrela y léela ante mi con la humildad del lego! –al mismo tiempo que hacía volar el crucifijo que se sacó de la manga y lo atrapaba, asiéndolo por la parte superior a modo de puñal. Bajo los pies clavados del Redentor el madero se afilaba terminando en una punta dolorosa, que fue a anidar bajo mi barbilla. Al punto dejé de tentar mi suerte. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /> <b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">2. La carta </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Quebrado el lacre, así decía la carta del Obispo de Segorbe: </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">“Que la Gracia de Dios te proteja hermano Zacarías. Es una suerte alcanzar el favor de los poderosos y más si a Dios representan. Tengo sobre mi mesa el “Devotio Instans” y en los momentos de tribulación y desasosiego suelo ojear sus sugerentes dibujos y en las formas sinuosas de las flores y guirnaldas que adornan las capitulares adivino ángeles, envueltos en túnicas doradas y transparentes que ensalzan el nombre de Nuestro Señor. Pregunté, quién era ese artista tan dotado que entre hojas de acanto hace ver esos cuerpos virginales. Es Zacarías de Mosqueruela, me respondieron: el mejor iluminador que ha dado el reino de su Majestad, incluidos Nápoles, Flandes y todo el Ducado de la Borgoña. Recibí información de que este fraile, vos, no sólo iluminaba doctos códices y vidas santas sino que también realizaba curiosas pinturas de corte helénico.” </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">En este punto las manos me comenzaron a sudar. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Si mi Abad adivinaba la insinuación que estaba haciendo el Obispo iba a irme al otro mundo con un crucificado clavado en la espalda. Que una cruz igual sirve para salvarte que para que te claven en ella. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Proseguí la lectura sin perder ritmo ni aplomo. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">“Y dada tu condición de siervo de la Iglesia y esclavo de la fantasía, te he elegido para una misión, que sin duda purificará tu mente y te preparará para el postrero Purgatorio que a buen seguro te espera”. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Mi Señor Prior, el Mío, refunfuñó. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">“En cinco días te espero en Segorbe. Y de favor, dile a tu Prior que necesitas un útil instrumento de profunda mirada, largas orejas y que se desplaza lentamente, menos costoso de lo que mi Obispado, al que nada aprecia él, paga por los sagrados libros que compra a su monasterio. Dile que te provea de un burro”. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /> <b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">3. La penitencia </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Después de cuatro horas soportando el frío helado, abrazado al caliente hocico del asno, alguien gritó mi nombre. Crucé el patio del palacio y bajo los arcos me esperaba un grueso benedictino con cara de oso enfadado. Sabe Dios el odio que le tienen a nuestras humildes sayas pardas. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- ¡Acompáñame fray Zacarías de Mosqueruela! Me gritó como si estuviera encaramado en un púlpito. Si hubiera podido aquel hombre me habría pateado el trasero. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Le seguí hasta un habitáculo cercano a las cuadras. Allí estaba el Obispo sin el boato al que la carta apuntaba. Después de arrodillarme le bese la mano. Supe que era él por el color rojo de la bocamanga y el grueso anillo pastoral -de oro macizo- que adornaba su dedo. La luz apagada de la vela no era suficiente para ver su rostro y yo lo prefería así. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Abrió un libro que descansaba en un atril. Era una copia del “Comentario al Apocalipsis” de Beatus de Liébana. Lo conocía demasiado bien. Enfebrecido -a los catorce años- lo había copiado una primavera plagada de olores, pájaros, insectos y polen. En el jardín del claustro las hojas entrelazadas mecían gotas de agua cristalina mientras yo soñaba con ángeles desnudos que bailaban unidos celebrando la gloría del divino. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Me quedé extasiado ante lo que yo, alguna vez logré pintar. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">-¿Que ves aquí Zacarías? –me preguntó el Obispo con una voz que parecía salir del fondo de un cántaro. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">-Profetas que cantan y tañen sus laúdes alrededor del Cordero Divino, mi Eminencia. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">-Y ahora… ¿que ves? – dijo, mientras desplegaba una de las hojas y le colocaba detrás la vela. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Todo mi cuerpo comenzó temblar, mis rodillas se doblaron. Y postrado, me oriné como un niño. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Hombres desnudos unidos que bailan y tocan los laúdes. Una fantasía que el capricho de las tintas y el mismísimo diablo han iluminado -dije con un hilo de voz. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Si, un pobre diablo llamado Zacarías que arderá en las llamas de la purificación después de sufrir tortura… si no cumple la penitencia que se merece -noté que su Eminencia no quería perder un ápice de su tiempo con un fraile carne de hoguera y sambenito. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Cuando salga la próxima luna quiero que estés en un lugar llamado “El Humilladero” en las cercanías de Alcalá de la Selva. Allí te encontrarás con hombres armados. A ellos y unos carros de bueyes tienes que guiarlos por senderos y atajos, lejos de pueblos y aldeas, hasta la cima de Peñagolosa. Tu conoces esos caminos y os llevará cuatro jornadas. Si alguien os avista aunque sea un halcón date por quemado vivo. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Me dio mala espina el lugar del encuentro. Ser “peirón” era mi sino y mi humillación sabía que llegaría más pronto que después. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /> <br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">4. La muerte. </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">A veces le pido a Dios que me revele el nombre de mi madre y el sitio donde abandoné mi cuna. No puede ser que la barriga que me engendró fuera la gélida agua de un pozo. Sentí su calor, el olor a leche de cabra y sueño que sus ojos negros me miran y sus labios me vuelven a rozar mientras susurra en lengua extraña una nana. Quizá por eso los caminos que rodean la comarca son mi claustro y sus bosques la abadía. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Llegué una noche antes a la cita, propio del vecino de mi villa que al tener por escudo la vulgar mosca y no el fiero león, el flamígero dragón o la culebra reptante, se ha de conformar en soportar las molestias del insecto y aprender de él su mejor cualidad: “Antes que me aplastes ya he volado”, y además: si metes en el mismo puchero gente armada, obispos y al Santo Oficio está claro que la carne eres tú. Así fue que até el burro a un castaño y me subí en lo alto, sin otra dedicación durante una jornada que comer castañas y esperar. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Los últimos rayos iluminaban el lugar y un cierzo afilado batía los árboles. La oscura silueta de un edificio de sillería -“el humilladero”- daba un aire siniestro al lugar. Desde mi atalaya podía ver el camino. Al principio creí que era una manada de lobos. Encorvados, se movían sigilosos por entre los arbustos, confundiéndose con los troncos de los árboles. Un brillo plateado me alertó: era la hoja de una espada. Sentí rondar la muerte y permanecí quieto rogando al Salvador que La Pálida no percibiera mi presencia. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Por un recodo del camino apareció una caravana de carros que avanzaba lentamente. Portaban lo que parecían grandes cajas ancladas con cadenas. Los hombres azuzaban los bueyes; detrás de los tres carros iba otro de singular apariencia tirado por caballos. Lentamente se dirigían a la boca del lobo. En el bosquecillo que iban a atravesar les esperaban emboscadas las criminales sombras. En un instante el bosque se lleno de golpes, chirridos, jadeos agónicos y olor a sangre. Un grito desesperado de mujer rasgó el aire. Pedían clemencia y llamaban a sus madres. Ningún ser humano les escuchó porque los asesinos eran crueles bestias y a mí el miedo me había convertido en una rama más del árbol que me escondía. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">5. El germano </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Cuando amaneció me sentí un alma en pena. Estaba en un riachuelo y me lavaba la sangre de las manos, los brazos y el sayo. Aquella noche triste fui un piadoso sepulturero. Separé los cadáveres amontonados en el terraplén donde los habían tirado como animales degollados. Luego les tape el rostro y di cristiana despedida. Eran seis hombres, uno casi un niño, y una mujer tan bella como la Virgen María con el rostro blanco, como cincelada en mármol, y cabellos rojos que a la luz de la luna le hacían parecer una princesa de los países del norte que dormía plácidamente. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Exhausto me tumbé en el humilladero esperando que vinieran los hombres armados como me dijo el Obispo de Segorbe: sabiendo que si les acompañaban cuatro carros eran los asesinos. Sería la nona cuando alguien me despertó y creí que era la muerte que, harta de jugar conmigo toda la noche al gato y al ratón, me había atrapado. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Era un hombre extraño. Alto, grande y poderoso cubierto por una capa de piel de oso. Su vestimenta y la trenza rubia que caía sobre su hombro lo señalaban como extranjero, detrás me pareció ver un caballo tan alto como él y una mula con grandes alforjas. Le miré a los ojos confiado porque en nada se parecía a un hombre de armas. Me dijo en retorcido castellano que era un germano de nombre Johannes Von Bauer y preguntó si había visto pasar una caravana de carros que se dirigía a la Villa de Mosqueruela. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Estallé en llantos. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Me abrazó como un padre y despacio los dos entrelazados caminamos hacia el terraplén. A cada paso dejé de apoyarme en él, para ser él quién se apoyaba en mi. Cuando vio entre los cuerpos la pierna ensangrentada de su amada corrió hacia un árbol y lo agarró con la rabia de un oso herido, zarandeándolo, a punto de arrancarlo como un rastrojo. Las hojas amarillas y naranjas cayeron sobre él. Se acurrucó entre las raíces muerto de dolor y las hojas le cubrieron como una manta. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Al cuarto rosario me acerqué y puse mi mano sobre la suya. Le dije que me llamaba Zacarías de Mosqueruela y era iluminador del Monasterio de la villa donde se dirigía, que los asesinos volverían ese día. Que iban de llevar los carros robados hacia oriente pasando al Reino de Valencia por la cima de Peñagolosa. Se revolvió y me puso la punta de un puñal a la altura del corazón. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- ¿Porqué lo sabes? </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Yo voy a ser su guía. Y la punta del afilado fierro se mantuvo milagrosamente quieta. Un hispano o un morisco de estos reinos calientes me lo habría clavado, pero está en el germano ser frío, como su clima, y saber cómo cocinar lentamente una venganza. Me ofreció el cuchillo para que en el suelo dibujara mi destino. Hecho con la mano al barro, señalé cuatro jornadas y pedí de voz que por la gracia del Dios avisara a mi Prior de Mosqueruela y si por piedad ante mis pesares viniera, no lo hiciera sólo con monaguillos, que era cosa de recios guardias y alguaciles que a los Fueros de Aragón defendieran, porque me constaba que llegado a mis siempre queridas tierras levantinas, mi cabeza humana, la Mía, en calavera se habría de tornar. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">El germano se alejó por el camino. Entre el cuello y la cola de su mula en un hilo perfecto y tenso reposaba el cuerpo de su amada, casi sostenido en el aire, luminoso y blanco. Nunca ví a la muerte tan bella, ni a la vida tan muerta, caminando, y tan perdidas. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">6. El Renacimiento </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Queden las cuatro jornadas condenadas al olvido. Entre los homicidas había gente muy noble y mercenarios, unidos por la sangre derramada. No probé su pan ni bebí su agua. Recé por las almas inocentes y porque apareciera mi Prior acompañado de un ejército de ángeles vengadores. Nada ocurrió y cuando pasamos junto a la gigante roca del Pico de Peñagolosa, supe que estábamos en Castellón. Desposeído de mis fueros y abandonado por mi gente. Era el testigo de una infamia y no me iban a dejar ver amanecer un día más. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">A la puesta de sol bajábamos por un barranco y estuvieron a punto de despeñarse bueyes y carros. Si mi muerte estaba escrita, el Señor me despidió con una fiesta de olores en el bosque más bello que nunca vi: tejos, acebos, rosas silvestres, todo salpicado de violetas: un elixir preparado por la naturaleza que me hizo conciliar el último sueño. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Al amanecer no me despertó el trino de los pájaros, lo hizo el extraño sonido: de un chasquido metálico seguido de un silbido, repetido hasta siete veces. Me incorporé, trastabillando, preso de la debilidad y me dirigí al lugar donde estaban los carros y la tienda del Mandamás. El camino estaba sembrado de muertos. Todos los asesinos tenían clavados unos dardos de fierro y los ojos cargados de horror. Desde la profundidad del bosque alguien los había cazado sin darles tiempo a sacar sus espadas. Cuando me acerque la tienda vi el lomo peludo de un gran oso. Estaba dentro y yo tenía que correr sin volver la vista atrás. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Durante meses los Alguaciles del Rey me preguntaron una y otra vez y no supe o no quise contestar: ¿Qué pasó en el barranco? El Barranco de la Pregunta. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Una mañana entró un carro, dicen que portugués, a la Plaza Mayor de Villahermosa. Sin nadie a las riendas y con siete hombres muertos. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">No recuerdo los días que pasé en la oscuridad pero cuando abrí los ojos estaba en una cabaña. En una esquina una mujer cantaba una nana a un recién nacido. Creí que era mi madre y la algarabía era la lengua que tenía encerrada con llave en un lugar de mi cabeza. Así, he de decir con orgullo que Zacarías de Mosqueruela, nació morisco y vivió cristiano. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">La juventud y los buenos cuidados de aquella gente pobre de la sierra me devolvió la savia. Ellos me llevaron al monasterio y en la puerta me dejaron como hizo mi madre hacía veinte años y fue así que volví a nacer. Di todas las gracias de este mundo al morisco y a los dos zagales que hijos suyos eran y le dije que su Alá se lo pagaría en el Edén. Me contestó que ya estaba pagado y lo fue por el hombre que me dejó a su cuidado. Sacó del bolsillo una gruesa moneda oro. La observé. Parecía un sello y en el escudo se podía distinguir: un oso, una ballesta y un hombre que parecía esparcir la semilla por el campo. Al devolvérsela el morisco me dijo: </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Está moneda llevará a mi familia y a mí al otro lado del mar. En Tunis lloraremos por nuestros bosques y nuestras huertas de las que nos echan. Pero volveremos a nacer y alabar a Alá y su Profeta Mahoma, sin ser ni humillados ni escupidos. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><b><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">7. La máquina </span></b><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">El Día de la Romería de San Martín, grandes cosas me ocurrieron que hicieron reconducir la hasta ese momento torturada vida por la vereda sosegada del estudio, el trabajo y la oración. Hacía un mes que el mismísimo Papa había zanjado disputas uniendo las dos Diócesis en una llamada de Segorbe y Albarracín. Al fin El Santo Oficio y los Alguaciles retiraron cargos y sospechas. Aunque periódicamente el resto de mi vida me harían la dichosa pregunta del barranco. Esa mañana mi Prior me dijo que fuera con él al Barrio de La Estrella, que quería enseñarme algo misterioso. Alegres, mezclados entre las gentes contenta por el vino, mi Prior, el Mío, y yo fuimos a la llamada Casa Vieja. Entramos en una nave de altos techos, un rayo de luz entraba por el ventanal, iluminando el artefacto más grandioso y a la vez hermoso que en mi vida viera. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Una imprenta. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Un hombre giraba una manivela mientras la prensa imprimía el papel de arroz. Miró a la luz el resultado, dejó con cuidado el pliego sobre una mesa y se dirigió hacia nosotros limpiándose las manos. Nunca me hubiera olvidado de su cara, Joannes Von Bauer me abrazó como un oso y nos enseñó la imprenta y su funcionamiento. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">- Esta es un arma más poderosa que un ejército y expande el pensamiento y la palabra del Señor más que mil monasterios. Algunos han osado matar por tenerla. Dando unos golpes a la madera para demostrar su solidez y prosiguió: al menos se necesitan tres carros con dos bueyes cada uno para transportar esta imprenta. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Justo detrás, en la pared, colgaba un gran ballesta. Se dio cuenta que la miraba de reojo y dijo en difícil castellano: “Fray Zacarías, sólo sirve para cazar osos”. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Mi Prior, como si de una homilía se tratara me comunicó que a partir de aquel momento ese iba a ser mi trabajo y que nadie mejor que yo, maestro en iluminaciónes y caligrafías a pluma, para mejor aprender. Que muchos libros sagrados había que hacer y que el “Maestro Juan” me habría de enseñar el nuevo oficio de impresor que a buen seguro iba a cambiar el mundo. </span><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><br style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;" /><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">Por un momento me vi , en lo que tarda el vuelo de una mosca, pasar de un tiempo antiguo a otro nuevo. Pisando con una sandalia en un sitio y con la otra en otro. </span><br />
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<br style="color: black; font-family: inherit;" />carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-50233941259129521012010-03-18T04:44:00.000-07:002010-03-18T04:44:47.704-07:00POR FIN SE PUBLICA "LA KÁBILA DE TZEN"<div style="text-align: justify;">Como dice Tatio. Un chaval de cuarenta años apalancado en casa de los padres . Parecía que la novela no quería conocer mundo: ¡Por fin se pira¡. Se presenta en Melilla el 27 de Abril. Aquí va la sinópsis y las portadas que preparé. Han sido sometidas a una votación en Facebook en Bumpholibro, sitio que os recomiendo. La última , la cuarta la votaron por unanimidad. Parece que todos estamos de acuerdo.</div><div style="text-align: center;"> <i><b>En un cuartel perdido en las montañas del Rif </b></i></div><div style="text-align: center;"><i><b>en el norte de África. Carmen, la mujer del capitán, </b></i><span id="goog_1268910692109"></span><span id="goog_1268910692110"></span><br />
<i><b>resucita a un gallo ante los ojos atónitos de los rifeños. </b></i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div style="text-align: justify;">Son los primeros pasos que el lector dará para adentrarse en un mundo de aventuras y leyendas. Una historia con protagonistas anónimos, enemigos ayer, amigos mañana. Musulmanes, cristianos y hebreos en un espacio perdido, unidos por hilos invisibles de amor y odio. La kábila de Tzen es el lugar imaginado que el lector ha soñado visitar. Tomar un té con el santo Ben Salam, hablar con Abdelkrim y mirar los ojos hipnóticos de la Aïsha Kandisha, la mujer de las patas de cabra, un segundo antes de que te devore. Un mundo mágico, a veces cruel y otras conmovedor, donde la naturaleza humana, con las armas de la amistad y el humor, se impone a las fuerzas de la incomprensión y la guerra.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnEmjZQWac5rDSwx-UH53W8uzKWFYQ5qGOfq-p-sb8YOlfIwLgFtNeDdmj_gy7lKT0ItBe8UiS1-GM1AW9hDStMBG1993eD1t8cX8nJM0D76UNfCPUdTuKIUSjv_u6Y_Qrm3o7FA/s1600-h/Portada+1jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnEmjZQWac5rDSwx-UH53W8uzKWFYQ5qGOfq-p-sb8YOlfIwLgFtNeDdmj_gy7lKT0ItBe8UiS1-GM1AW9hDStMBG1993eD1t8cX8nJM0D76UNfCPUdTuKIUSjv_u6Y_Qrm3o7FA/s320/Portada+1jpg" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjng79ojqJoLEs_lsDtgKpbeD3tdyKxV4tauLebWaPY0MaGKbwSN4ncETOZKcIK_4mYLAOtERrP_H8cqUX9jZQ2NbNFwX-_GgAgvnOFStrg0WfeQtpyuVfeSfDHazibMiU_zpe7jA/s1600-h/portada+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjng79ojqJoLEs_lsDtgKpbeD3tdyKxV4tauLebWaPY0MaGKbwSN4ncETOZKcIK_4mYLAOtERrP_H8cqUX9jZQ2NbNFwX-_GgAgvnOFStrg0WfeQtpyuVfeSfDHazibMiU_zpe7jA/s320/portada+2.jpg" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeuB7qCO-31oMByNzG3hsGr1Ak-unw0jzxmtbwB4_TXu4h-Rz_qedsKyV3iWuC7C3BbNV-na-KROXJDbOWGLBRSZcu594hvrFp8XMsqPJCZ0Lx6s4r4OvVNrpssu3nfmj49kyA3A/s1600-h/portada+4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeuB7qCO-31oMByNzG3hsGr1Ak-unw0jzxmtbwB4_TXu4h-Rz_qedsKyV3iWuC7C3BbNV-na-KROXJDbOWGLBRSZcu594hvrFp8XMsqPJCZ0Lx6s4r4OvVNrpssu3nfmj49kyA3A/s320/portada+4.jpg" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKjLU1FOi941Je4GRpwDYJfJRBSkrYW3LNV9Lmfyh5FleUbq35n1ytvsmEJH6kPzuyQHc4EFNMAzR26-iF5UrEHD2lUHWGD4EEceQHxaLJRj4cfAzIZCnzl7Xe02SjzbQPQCiZ9Q/s1600-h/portada5.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKjLU1FOi941Je4GRpwDYJfJRBSkrYW3LNV9Lmfyh5FleUbq35n1ytvsmEJH6kPzuyQHc4EFNMAzR26-iF5UrEHD2lUHWGD4EEceQHxaLJRj4cfAzIZCnzl7Xe02SjzbQPQCiZ9Q/s320/portada5.jpg" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-44670141018140887102009-12-22T04:07:00.000-08:002009-12-22T04:15:21.351-08:00Von Paulus Zalduondón existe<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9m94FjDeS1kZxhEz2qayDwQSBUkG_SOlhHri9iEdBWx4EZI1VVlvOd5TXLOGiePCTqBlHjiGLskeg9lBR8okuavfmyi-eQTfTosb_hwkL59iFCoSmBmuLmBgD1SPvbia1OSs5ew/s1600-h/pablo+OK.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9m94FjDeS1kZxhEz2qayDwQSBUkG_SOlhHri9iEdBWx4EZI1VVlvOd5TXLOGiePCTqBlHjiGLskeg9lBR8okuavfmyi-eQTfTosb_hwkL59iFCoSmBmuLmBgD1SPvbia1OSs5ew/s400/pablo+OK.jpg" /></a><br />
</div><div style="text-align: justify;">Carl Spitzweg titulo este cuadro " El pobre escultor o poeta o algo así" Corría el 1839.<br />
Además de ser una de las pinturas más queridas por los alemanes, siempre le ha acompañado el misterio sobre algunos sospechosos objetos que acompañan al que parece ser un poeta que ha dejado todo las veleidades materiales por amor al ingrato Arte y para colmo parece constipado. Rose-Marie & Rainer Hagen, estudiosos del autor, creen que lo que escribía el hombre ha aparecido en una nota anónima mandáda por un tal Von Paulus que decía así:<br />
<br />
"Lassen Sie sich nicht ein Bauer zu wissen, dass eine gute Ernte guten Samen, guter Dünger und Bewässerung erfordert.Es ist auch offensichtlich, dass diejenigen, die das Land zu kultivieren ist nicht für die Geduld mit derAussaat und schreit mit all seinen könnte, "Grow, verdammt noch mal!"<br />
Es ist etwas sehr Merkwürdiges passiert mit dem japanischen Bambus und wird es für den ungeduldigen ungeeignet:Plant das Saatgut, Dünger, und darauf achten, dass es Wasser ständig.<br />
In den ersten Monaten spürbar nichts passiert. In der Tat nichts passiert mit den Samen in den ersten sieben Jahren,so dass ein unerfahrener Züchter davon überzeugt, würde Samen gekauft haben, unfruchtbar."<br />
<br />
Traducido sin ningún escrúpulo al castellano sería:<br />
"Pues sí querido amigo y amiga, me encuentro en estos momentos difíciles para mi, rodeado de la luz mortecina de los días lluviosos, intermináblemente lluviosos, metido en ese fango, que en toda trinchera que se precie, rodea tu mirada, tu cuerpo, tus esperanzas de un mundo nuevo, por tanto, mejor. Y sin el consuelo de ver a otros compañeros que ya han caido...¿ Dónde estarán ahora con su, a buen seguro, mirada radiante, su sonrisa esparcida hasta ese horizonte vetado a ti.<br />
Esta batalla la ganaré, lo sé; pero mientras, no cejaré de batirme el cobre con este inmenso y verde y pegajoso moco que desde la madrugada de ayer no da cuartel a mi trémulo cuerpo. ¡Visca el BarÇa!<br />
<br />
Nota de prensa de Carolus Jaques <br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-51684562762453478992009-12-16T10:29:00.000-08:002009-12-16T10:29:44.884-08:00Cartel 14 Aniversario de EL PISO en Fuengirola<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJrmut_hjNAJeLlpbq6LBp3mEbYy0KQ14dFl02-i2rl1M0QMYSjxBSXQlCitEPvVBE_czDOYGkoKQpFh9ST9nJy3vctxKOKkLaMbr2UZck5ELg1FkgXmaBilokVqNYuJd4S_eisQ/s1600-h/coraz%C3%B3n+Ok.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJrmut_hjNAJeLlpbq6LBp3mEbYy0KQ14dFl02-i2rl1M0QMYSjxBSXQlCitEPvVBE_czDOYGkoKQpFh9ST9nJy3vctxKOKkLaMbr2UZck5ELg1FkgXmaBilokVqNYuJd4S_eisQ/s400/coraz%C3%B3n+Ok.jpg" /></a><br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-7218542919194921442009-11-25T02:23:00.000-08:002009-11-25T02:28:01.316-08:00Cartel Para el Día contra la Violencia de Género<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcJlRHFu6Z0ta7puJ5Xj2ZwprGN6FHEtk3IDffqQX-L2Y79xH1MnYDBVoVfW_n2LPEmzhLFla9JVWei5z9z5QBMYaeFVO0nE3ubXcjDlK4fpNoBdMZB1PYPRNFH7gVQ4r56oeAiw/s1600/++poster+OK+igual.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="502" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcJlRHFu6Z0ta7puJ5Xj2ZwprGN6FHEtk3IDffqQX-L2Y79xH1MnYDBVoVfW_n2LPEmzhLFla9JVWei5z9z5QBMYaeFVO0nE3ubXcjDlK4fpNoBdMZB1PYPRNFH7gVQ4r56oeAiw/s400/++poster+OK+igual.jpg" width="353" /></a><br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-17554805462160076962009-11-25T02:08:00.000-08:002009-11-25T02:31:30.904-08:00Cartel para Amnistía Málaga<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjawu9s0QNqN76cx8unEhvyE_8Kcxl0tjcUutkAppE2NUmc2Spy8opy6cxVNhOMjF4O3YjnnqpuY2EIE60xI8alWBfQgRsWeMAsYAJLjk6UJp8nompZKufaAflY8Cnh6ZBK7Afxig/s1600/A-4+poster+ni%C3%B1os+.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="482" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjawu9s0QNqN76cx8unEhvyE_8Kcxl0tjcUutkAppE2NUmc2Spy8opy6cxVNhOMjF4O3YjnnqpuY2EIE60xI8alWBfQgRsWeMAsYAJLjk6UJp8nompZKufaAflY8Cnh6ZBK7Afxig/s640/A-4+poster+ni%C3%B1os+.jpg" width="341" /></a><br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-11808958357871799622009-11-24T04:28:00.000-08:002009-11-24T09:03:32.471-08:00El Feo púbico (Un extraño caso para el Doctor Deseux) Premio Concurso de Relatos Depilación Laser 2009 listmaster@corporacioncapilar.es<b>Primer día.</b><br />
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Marcia Hernández pisaba por primera vez la consulta sexológica del Doctor Deseux. Se distrajo en observar los diplomas que colgaban de la pared. Que si un Master del Instituto Sexológico de Reykiavik. Otro de mantras erógenos de India y Nepal. Curso acelerado en eyaculación precoz en un plísplás y un premio, magníficamente enmarcado, otorgado por el éxito editorial de su manual de autoayuda : “ Como superar el miedo a tu propio sexo y el pánico ante el de tu pareja”. Marcia pensó que el Doctor era un compendio de conocimientos pero dudaba que fuera capaz de solucionar su problema.<br />
Al fondo de la sala, iluminada por la claridad que entraba por la ventana había una bella estatua griega. Marcia no pudo evitar un ligero escalofrío al ver aquella figura tan perfecta. Era un hombre desnudo que alguna vez había llevado una lanza y parecía andar relajadamente . Sus poderosas piernas : una firme y la otra ligeramente flexionada, le arqueaba el cuerpo de tal forma que marcaba la cintura y cincelaba el pecho. Para colmo, desde su cabeza ligeramente inclinada, sonreía. Ella, extasiada, observó la superficie pulida del mármol hasta llegar a su pelvis y allí lo vio. Agazapado estaba el mismísimo Groucho Marx.<br />
Dio un respingo y oyó una voz a su espalda.<br />
-Es Doríforo. Aquiles para los amigos. Su autor fue el griego Policleto discípulo de Mirón- dijo el doctor invitando a Marcia a sentarse en el diván. Después de ponerse las gafas de psicoanalista belga y echarle un vistazo de arriba abajo prosiguió: Policleto consiguió su ideal de belleza y su altura mide su cabeza por siete.<br />
Ella se sonrojó. Más que las proporciones, estaba mirando otro sitio más intimo del mozo de piedra y el doctor le había pillado. Pero lo peor era que su mente y Groucho Marx se la habían jugado otra vez.<br />
<br />
<br />
<b>Meses más tarde.</b><br />
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Después de muchas sesiones el Doctor no conseguía descifrar los motivos subconscientes que provocaban en Marcia sus alucinaciones a la vista de las pelvis de los hombres que había conocido- íntimamente- y que a su vez, acompañaba con fobias que hacían que sus relaciones sexuales llegaran a ser insufribles. El eminente sexólogo se lo tomó como cosa personal. Hizo un estudio sobre sus relaciones una por una y le llamó la atención que ella en vez de llamar a sus parejas por el nombre les llamara por apodos. Primero salió con David Bisbal, luego con Paulina Rubio, también con Miky Mouse. La lista siguió aumentando con la madre de los Simpson, Chiquilicuatre, Amy Winehouse y hasta el sabio de la tele Señor Punset, que así llamaba a la pareja que tenía en ese momento.<br />
Deseux estuvo a punto de tirar la toalla, pero una tarde ella señaló a la estatua Doríforo y susurró:<br />
- Mira que está gracioso ahí Groucho Marx.<br />
El posó su vista en la pelvis de la estatua. No se lo podía creer, allí estaba. Cuando terminó la sesión, como un poseso cogió los nombres y dibujó el peinado de cada personaje en forma de vello púbico. Y todos aparecieron salidos de su lápiz y de la calenturienta mente de la chica. Cada sexo recordaba un personaje. El Chiquilicuatre de vello espeso y con patillas ; el de David Bisbal con graciosos ricitos, otro como afro, otro punki y así. Más feos que bellos, los diferentes vellos púbicos parecían una colección de pelucas.<br />
¿ Como vas a practicar sexo saludable si el miembro de tu compañero parece tener el mismo “look” que la clarividente cabeza del Sr. Eduard Puset?<br />
<br />
<br />
<b>El última día.<br />
</b><br />
Ella triste, se tumbó en el diván. Y el doctor rasgó la hoja de su cuaderno de apuntes y se la enseñó. <br />
-Esto es lo ves ¿no?<br />
Emocionada con lágrimas en los ojos contestó:<br />
- Si, esta es mi pesadilla- Y le preguntó preocupada si lo suyo tenía solución .Él sonriente sacó del bolsillo una tarjeta azul de la clínica de depilación. <br />
-Que vaya tu chico contigo. Ellos lo resolverán: son especialistas. Nunca más le llamarás Sr. Punset.<br />
Marcia estalló de alegría dándole un beso tan efusivo que las gafas de culo de botella del Doctor saltaron por los aires.<br />
Cuando la chica se hubo ido, él se quedó observando la bella estatua de Doríforo y se preguntó que haría si se tropezara con joven tan bello como aquel. Salió del despacho y pidió a su secretaria que le pidiera hora para hacerse una depilación. <br />
La chica quedó un poco sorprendida. Al cabo de unos segundos le dijo:<br />
- Doctor, me preguntan que tipo de depilación desea.<br />
- Intima, muy intima – dijo Deseux , dispuesto a liberar su cuerpo y su mente de una vez por todas.<br />
<i><span style="font-size: x-small;"><br />
<br />
<span style="font-size: small;"> Nota del autor <br />
Este relato, un tanto delirante, tiene su base científica. Adjuntos vean los documentos gráficos que el Doctor Deseux ha tenido la gentileza de aportar.</span></span></i>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-5440802415079016802009-11-24T04:26:00.000-08:002009-11-24T04:26:20.767-08:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTueezBFSJa-CySS7ikL82N-HWJTXWAn-fO9TOWPwi7F0f7Y1j9efmqhXFd0HJ399wR70iNvAdFX9iuoG8aD5efuUAqjVxho3rbc3OyVoxH1H2UE7aqanPFM_v2pd2bTcDi9K3jw/s1600/Pruebas+Caso+Deseux.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTueezBFSJa-CySS7ikL82N-HWJTXWAn-fO9TOWPwi7F0f7Y1j9efmqhXFd0HJ399wR70iNvAdFX9iuoG8aD5efuUAqjVxho3rbc3OyVoxH1H2UE7aqanPFM_v2pd2bTcDi9K3jw/s640/Pruebas+Caso+Deseux.jpg" /></a><br />
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</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-3382324961246002782009-11-09T12:49:00.000-08:002010-06-25T02:55:54.252-07:00Copla mora©I<br />
<br />
El viento le dice <br />
que hoy no amanece<br />
<br />
Micaela espera<br />
las sombras se van<br />
<br />
Ya nada se esconde <br />
y todo aparece<br />
<br />
Todo deja quieto a Tanger hablar<br />
<br />
<br />
II<br />
<br />
Te he visto que triste<br />
por la kashba andas<br />
<br />
Que sueñas y olvidas <br />
la vida al pasar<br />
<br />
Que a veces susurras<br />
otras veces gritas<br />
<br />
y agarras el aire que loco se va <br />
<br />
<br />
III<br />
<br />
Micaela al viento<br />
escucha el secreto<br />
<br />
Se sabe perdida<br />
Que nunca se irá <br />
<br />
El cielo y las calles <br />
le han robado el alma<br />
<br />
Cautiva de Tanger<br />
Cautiva del marcarlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-63274139777952871292009-10-28T06:38:00.001-07:002009-10-28T06:38:50.703-07:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghyaEkv34DXPiI1il1iT3vjEuNo_lwlw_BHDjRmCHB_Un2PiZNxU2_Ca9AfXRSYcPTCM4Y_I16ArJqv-c_tTkinkhvq9g_3m7BSajkIcRLMXevb_EEwaHRV2kekJ59wMZvQhTR0A/s1600-h/respiro+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghyaEkv34DXPiI1il1iT3vjEuNo_lwlw_BHDjRmCHB_Un2PiZNxU2_Ca9AfXRSYcPTCM4Y_I16ArJqv-c_tTkinkhvq9g_3m7BSajkIcRLMXevb_EEwaHRV2kekJ59wMZvQhTR0A/s320/respiro+1.jpg" /></a><br />
</div>carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-52171709312745506972009-10-28T05:20:00.001-07:002009-10-28T05:28:02.456-07:00Un plato frío ©Al restaurante Aranguiz le habían dado tres estrellas en la Guía Michelín. Por fin se reconocía al maestro cocinero su mayoría de edad en la cocina vasca. Los alumnos del donostiarra Castillo iban recibiendo unos tras otros sus medallas y hacía tiempo que navegaban por el mundo mediático. El suyo era un triunfo tan esperado como tardío. <br />
Aquel jueves de chirimiri estaba contento porque le había levantado a Arzac unas merluzas de pincho en el mercado de la Bretxa. Le dejó las ciegas con un mensaje a boli escrito en un papel mojado lleno de escamas: “Arrea, Bella Durmiente”.<br />
<br />
Se acarició el bigote y observó los rompientes a través de la ventana. Igueldo tenía un verde salvaje, con las olas blancas estampadas en los acantilados. Mientras la niebla fría se arremolinaba sobre el tejado del caserío; el comedor tenía un calorcito acogedor y la chimenea tiraba a toda pastilla. Uno de esos días para degustar un menú de la amona, sencillo, caliente y estimulante, con porrusalda incluida, que empieza calentándote los pies y termina meciéndote la cabeza. Luego, unos calamares rellenos.<br />
En el aparcamiento había un hombre bajo un paraguas y todavía no llovía .<br />
Siempre hay alguien dispuesto a joderte el día -pensó-, uno con toda la pinta estaba allí frente a la puerta de su restaurante. Era un forastero alto, desgarbado y ligeramente escorado a la derecha. Y daba un mal rollo que tiraba para atrás. A esta clase de conclusiones no llegaba nuestro hombre por mera intuición o capricho. Ante un restaurante tan bueno como el Aranguiz nadie espera si no está completo. <br />
Y lo más importante, en Donosti todo el mundo abre el paraguas a la vez, como si recibieran una señal del más allá indicándoles que el chirimiri ha pasado a ser lluvia. Cuando salió a la terraza y le cayeron cuatro gotas en el bigote supo que aquel tipo venía del sur y se había adelantado abriendo el paraguas. <br />
<br />
El cocinero era persona de mundo con el certificado que da ser entrevistado por <br />
El País, El Correo y casi todas las revistas francesas de gastronomía. Y de tanto tratar a las gentes en el acto de comer —que es casi lo mismo que el acto de yacer con ellas pero sin orgasmos—, adivinaba con facilidad si alguien tenía buen saque y sabía que un gusto bien afinado no se esconde en la elección del plato o del vino. Se tiene el don o no. <br />
Por su experiencia profesional tenía bastante claro que las neuronas que perciben los sabores y las que conforman el carácter son vecinas en algún barrio del cerebro. Comidas y personas; caseras, exploradoras, reacias, temerosas, necias, aventureras, ignorantes, sabias, lujuriosas y capullas, se repartían su mantel con gran incremento de estas últimas. Esto no significa que un cocinero tan rulado como él te observe, y después de mirarte a los ojos, sepa si eres carne o pescado. De ninguna manera; trataba a los clientes de la misma forma exquisita que a sus platos.<br />
Revisó con parsimonia la lista de reservas. Muchos nombres le eran conocidos y se notaba el empuje de las estrellitas Michelín. Por el apellido vasco y largo, más el Javier José, supo que uno de sus comensales era “JJ”. Una forma abreviada de llamarle, para no perder una mañana en nombrarlo y veinticinco años en olvidarlo. Su vecino y compañero de estudios, al que creía en México, estaba a punto de aparecer por la puerta. Le pareció democráticamente repugnante que un dirigente como él, metido hasta el cuello en eso de señalar, apareciera por allí sin acoquinar con el pasado. <br />
Y se le vino encima un desagradable recuerdo. Se vio aquella mañana desayunando junto al cuñado del dirigente —al que Dios conserve incinerado—, cuando le recomendó que pagase; y unos días después, sentados en la terraza del Hotel Pirénées de Bayona, cuando firmó su seguro de vida con una caja de zapatos conteniendo un millón de pesetas que le había adelantado su suegro para pagar el préstamo hipotecario de su segundo restaurante. Identificar la patria vasca con las caras mafiosas de JJ y su cuñado fue un trauma que nunca superó y mucho menos olvidó.<br />
Cuando ya estaba el comedor medio lleno, entraba por la puerta JJ acompañado de dos personas conocidas. El cocinero le tenía preparada una sonrisa que le sirvió con uno de esos abrazos sonoros con mucho trueno y poca lluvia.<br />
El dirigente y él, se miraron con cariño y nostalgia. Sentimientos que nunca en la vida habían sentido el uno por el otro.<br />
— Joder chaval, que bien te veo. Los billetes sientan bien.<br />
— Y las enchiladas de fríjol, JJ— le contestó el cocinero, dando un golpecito en la oronda panza del dirigente.<br />
—Ya sabes, el taqueo en México es un vicio, como aquí los pintxos. ¡Hostias!… ¿Te acuerdas que nos llamaban “la marea negra”?.<br />
El cocinero dejo su respuesta en el aire y dio la mano a los otros dos acompañantes que permanecían colgados de una eterna casi-sonrisa, asistiendo a un encuentro -en apariencia- deseado por muchos años entre amigos del alma y del Colegio San Ignacio. <br />
— Claro que me acuerdo. Cuando voy de chiquitos por Amara Viejo alguno detrás de la barra me grita eso de: ¡La marejada está subiendo!<br />
— ¡La flota de arrastre está para el arrastre! —decía tu cuñado al borde de la borrachera— ¿Por cierto tu hermana todavía tiene la gasolinera?<br />
— No —Sólo le faltaba al cocinero que sacara a relucir a su hermana.<br />
Por poco se cruzan en la puerta. Ella odiaba al personaje con una militancia histórica que ya hubiera querido para él su propia organización. Cuando murió su marido, todos los días, el dirigente, que conducía en aquellos años una furgoneta Citroën llena de cajas de vino, aterrizaba frente al surtidor a la caza de la viuda más guapa del barrio. Le hacía llenar el depósito lo justo para volver al día siguiente. Gracias a la presión policial, el tío pesado evitó que ella le pegara un manguerazo. Tuvo que abrirse por Vera de Bidasoa y se hizo mugolari.<br />
— Bueno chaval, espero que des a estos de “la Mesa” y a mí, la mejor mesa.<br />
Los acompañantes que eran de “la Mesa” y el cocinero, le rieron la estúpida gracia al dirigente.<br />
A partir de ahí el engranaje profesional se puso en marcha. En el turno de entrada en escena estaba su atacada hermana y chef, que miraba con ojos desencajados a través de el ojo de pez de la puerta de la cocina, y detrás iría Consuelo, la jefa de sala. Una india del altiplano todo bondad, tan sinuosa como hábil a la hora de torear al comensal más atravesado.<br />
Cuando entró en la cocina su hermana le preguntó:<br />
— ¿Pero este no estaba exaltado en México?<br />
— Sí nena, pero se dice exilado. Trátalo con cariño que con los años se ha vuelto más jatorra —dijo el cocinero a su hermana con una pizca de ironía; ella contestó dedicándole un gruñido de gata peligrosa, dando un manotazo a la carta.<br />
Satisfecho, viendo salir a su hermana y a Consuelo rumbo a la mesa de “la Mesa” se sintió liberado como un funcionario cuando pasa un expediente a otro. “Ahora a lo mío que es la buena y enrollada cocina” —pensó por un momento—, antes de volver la mirada hacia el descansillo.<br />
<br />
El hombre que vio en el aparcamiento estaba en la entrada sobre un charco de agua. Era un anciano alto, enjuto y de aspecto quijotesco pasado por agua. El cocinero mandó a una camarera que le diera unas toallas y lo sentara cerca de la chimenea. <br />
Nada en aquel hombre sugería una mínima predisposición para dedicar un segundo a saborear la buena cocina, ni la del cocinero más reputado de Euskadi ni de la suya. <br />
Ante esto, se preguntó qué pintaba aquel señor larguirucho allí. Pregunta sin respuesta y día sin sol. <br />
<br />
Los de la mesa política se estaban desmadrando con el vino. <br />
El personaje empezó a soltar la retahíla del “antes era otra cosa” como si hablara de cuando Franco pero al revés. Y los nervios del cocinero empezaron a enervarse.<br />
Aquella mañana las gotas del chirimiri parecían caer tontas para luego empinarse como las culebras hindúes: sacando la lengua y haciendo “ssuiiss, ssuiiss”.<br />
<br />
Su mujer, además de ser el faro de su vida, era la mejor compañera de oficio y de todo lo demás. Tenía la virtud de la anticipación. Él la llamaba de cachondeo “El Oráculo del Igueldo”. Era esotérica y refranera.<br />
— “Esta semana tienes que pensar antes y no después, porque cuando menos lo esperes saltará la liebre”. —sus oráculos siempre eran más difíciles de entender que de olvidar. El dedujo que le recomendaba que intentase ver venir los problemas o algo así.<br />
Su atención se volcó sobre el anciano. Era ridículo fijarse en aquel hombre tan inofensivo cuando frente a él, a menos de diez metros había un elemento como JJ que, por cierto, laureado en su impunidad se estaba zampando alegremente la porrusalda al estilo de su abuela, mientras llamaba a gritos a su hermana para que le trajera otra botella de Rioja <br />
El cocinero fue a su despacho, miró el tablero y a la pantalla de su portátil, tecleó buscando la mesa del hombre mojado. Entró su hermana y le informó que el dirigente le había pedido un bacalao con el tomate aparte, donde le había puesto, en homenaje a su demostrado respeto a la vida de las personas, la más jodía guindilla chilena que había encontrado .Y que se iba a enterar.<br />
Pasaron un par de segundos y le preguntó:<br />
— ¿Quien sirve la mesa nueve?<br />
— Consuelo, me parece.<br />
No tuvo que llamarla, la mujer estaba a su espalda.<br />
— ¿Que ha pedido el de la nueve?<br />
— Poca cosa, un plato frío y se lo voy a preparar yo misma. Jefe, yo creo que ese hombre está malito.<br />
En su cabeza retumbaron las palabras “plato” y “frío”. No miró a ningún sitio. Sólo una neurona se abalanzó sobre otra. Dio un brinco y se precipitó a la sala. <br />
Tarde.<br />
La larga sombra del triste anciano atravesaba el comedor hacia la mesa del dirigente; le apuntaba con una pistola de pequeño calibre, a la cara.<br />
El cocinero echó el cierre electrónico a su pensamiento. A “plato frió” sumó “venganza”, y sonó un tiro.<br />
Es curioso cómo en los momentos más traumáticos lo que menos esperas se convierte en protagonista. Y puede ocurrir que un detalle caprichoso venga en tu ayuda para hacerte entender que lo que parece evidente no lo es.<br />
No fue la pistola, ni el tiro. <br />
La pequeña salsera de su abuela materna saltó por los aires. Se fijó en eso por dos motivos. Uno, la perdida de la más bonita, inmaculada y querida pieza de cerámica de su amona, y el otro era que la jarrita estaba llena de tomate. <br />
La salpicadura de sangre espurreada en la pechera del dirigente y en la pared sólo podía proceder de la salsa del tomate y no de su inexistente corazón.<br />
<br />
El dirigente, al ver cómo la temblona pistola oscilaba frente a él y escuchar el petardazo, creyó que el tomate era su sangre y que la muerte estaba allí. A pesar de haber disparado a quemarropa a varias personas creía que su sitio siempre estaba detrás del cañón y no delante. Y la única gota de tomate que saboreó no le engañó: la sangre quema. Cayó hacia atrás con la silla y se meó encima.<br />
Una escena extraña y patética.<br />
<br />
La gente miraba aterrada al hombre de la pistola, hasta que el cocinero se la arrebató, guardándola en el bolsillo de su pantalón. A empujones lo llevó a la salida y llamó a Consuelo.<br />
— ¡Que Dios me perdone! Pero ese mal nacido dio la orden para que mataran a mi hija y a su marido en Sevilla —le susurró el anciano desorientado.<br />
— Usted se ha puesto a su altura y sólo ha conseguido derramar tomate. Ella le llevará a la estación de tren y yo me quedo con la pistola.<br />
—¿A su altura? ¿acaso yo he matado a sus hijos? No era tomate lo que brotaba de la barriga de mi hija embarazada y de la cabeza de su marido—dijo el hombre con todo el dolor del mundo reflejado en el rostro.<br />
—El cocinero tragó saliva.— Por favor, váyase con ella —le dijo.<br />
Cuando volvió al comedor encontró todo patas arriba. Algunos comensales se habían refugiados bajo las mesas y otros permanecían sentados con las caras lívidas aferrados a sus cubiertos. <br />
— ¡No se preocupen, no ha pasado nada, es tomate!<br />
Se acercó a JJ:<br />
— ¡Vaya susto! Había un coche fuera esperándole. Te has salvado de milagro…, nada… una tilita y se te pasa.<br />
Su hermana apareció con trapos, cubo y fregona.<br />
— ¿Llamamos a la policía? —preguntó al techo.<br />
— No —contestó el dirigente con un hilo de voz.carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-37948404.post-1165743067626477812006-12-10T01:25:00.000-08:002006-12-10T01:31:07.636-08:00Acabar con el pricipioTransición caníbal ®<br /><br /><br /> Dentro, en la pesadilla, Franco vestido de legionario azotaba la espalda desnuda de mi padre. Alguien trataba de rescatarme del infierno. Román me miraba con ojos de sapo.<br />—¿Ha muerto ya?—pregunté traspuesto por el jodido caudillo que no acababa de palmar.<br />—No, pero ahí colgando hay un cadaver.<br /> Salté de la cama y los dos en calzoncillos nos precipitamos a la ventana que daba al patio interior. Sobre la sábana extendida, pendiendo a siete pisos de altura se mecía la desdichada criatura. Tendría unos treinta cetímetros . Con su cabecita y sus manitas regordetas ; todavía estaba liado en su cordón umbilical.<br />Román y yo llegamos a la conclusión de que era un aborto caido del cielo o de un avión, ya que la anciana del ático a sus noventa años no estaba para partos. <br /> Con cuidado tiramos cada uno de un cordel del tendedero y poco a poco se nos fue acercando. Estaba un poco oscuro y apergaminado, seguro que en su caída había sufrido una prematura momificación. Román lo envolvió y en silenciosa procesión acompañados por la gata Rosalia nos dirigimos al salón . Allí quedo inerte mientras lo observabamos con bastante curiosidad y unas gotas de morbo.<br /> La voz de Luz sonó a nuestras espaldas. En bragas y despeinada señalaba a la cosa.<br />—¿Qué es eso?<br />—¿No lo ves? Un Aborto.<br /> Pegó un grito que se escuchó en todo el edificio.<br /> A los cinco minutos los doce ocupantes de la comuna de Vallehermoso semidesnudos, mirabamos consternados los restos mortales de la criatura.<br />Román se esfumó y al instante apareció con un largo cuchillo de cocina. La chicas al verlo intuyeron su intención y se arremolinaron a su alrededor forcejeando. Mientras trataban de arrebatarle el cuchillo le gritaban:“caníbal, asqueroso asesino de niños”.<br /> Pero lo hizo . Clavó el cuchillo en la pancita de la criatura y de un tajo desveló los entresijos de su tripa.<br /> Elevó en el aire una sabrosa y veteada loncha de lomo de cerdo bien curada.<br /> Que orgía . El sepelio por el aborto devino en degustación a lo bestia de un morcón.<br />Una pieza exquisita de la charcutería hispana que ninguno de los presentes en su vida había catado. Alguien saco unas botellas de vino y se prendieron varios petas. Todos aquellos hambrientos por definición se lanzaron sobre el morcón.<br /> Yo me quedé ensimismado asomado a la ventana mientra saboreaba una loncha. En la calle no pasaba nada, era una mañana brumosa y humeda de invierno. Y sin saber porqué me dio un aire y encendí el televisor . De unas sombras en blanco y negro emergió el señor de las orejas de soplillo. Nadie se fijo en él.<br />Arias Navarro gimoteando dijo : “Franco ha muerto”.<br /> Antes que pudiera decir nada, desde el otro extremo del salón, Román victorioso con el cuchillo en una mano y la cuerda que ataba al morcón en la otra gritó:<br />—¡Este chorizo ha muerto!<br /><br /><br />Nota: El embutido era del pueblo de la anciana del octavo que lo tenía colgado de una alcayata . Tardamos un año en restituirle económicamente.carlos santiagohttp://www.blogger.com/profile/16623796125506905172noreply@blogger.com1